viernes, 20 de marzo de 2015

Fábula sobre el amor propio: La Princesa Rosa del Mar

Esta es la increíble historia de un pequeña ballena que no se  creía especial, hasta que un día, algo extraordinario cambió su vida.

Desde sus primeros años, supo que era diferente: su piel era rosa y no azul como todas las demás. Su madre, que la amaba tanto le decía: —todas las Princesas son Rosa— y ella creía en las palabras de mamá.

Pero al entrar a la escuela muchas ballenas azules se burlaban de su color rosa, y en tono de chiste le decían : —Ballena rosa eres horrorosa—, y otras tantas cosas que la hacían sentir que era fea.

La pequeña tampoco cantaba tan bien como las demás ballenas. Desentonaba bastante y su canto era muy raro; nadie comprendía lo que decía. Y algunas ballenas en coro le cantaban: —Ballena si no está muda, canta como tartamuda...—. Ella permanecía en silencio escuchando y escuchando y escuchando...

Además, era muy temerosa, y su miedo comenzó cuando siendo niña escuchó que el mar era un monstruo inmenso, negro y profundo,  que se comía a las ballenas que se alejaban de casa. Todas sus compañeras de clase eran expertas nadadoras y ante su negativa a nadar lejos le gritaban: —La ballena rosa es una perezosa...

Así, fue creciendo la ballenita; escuchando las burlas de las demás. Pero ella se negaba a sentir rabia o rencor. Su madre le había enseñado que era necesario guardar en el corazón sólo las cosas bonitas. Y así lo hizo siempre. Pero ante tanta crítica, durante varios años, sentía que no valía nada, que su vida no era importante para nadie.

Hasta que un mes de agosto, cuando ya era una joven, todo cambió para ella. Llegó a su mar, una ballena reina, quien recorría el océano buscando a “La Elegida”. Según los libros sagrados de las ballenas, existía en el mundo sólo una ballena capaz de salvarlas de la extinción.

El tiempo final estaba cerca, y los adivinos decían que un gran maremoto acabaría con las ballenas del mar. La reina llegó al lugar donde los magos decían que habitaba “La Elegida”. Así que convocó una gran asamblea donde tenían que asistir todas las ballenas jóvenes de ese mar.

Con cantos y más cantos, fueron convocadas las ballenas, pero la pequeña, que creía que no valía lo suficiente se quedó en casa. Se presentaron una a una ante la reina. Algunas hacían demostraciones de su fuerza, otras entonaban cantos que se escuchaban a miles de kilómetros. Pero ninguna tenía la gran señal.

La reina preguntó si faltaban otras ballenas por presentarse. Ante lo cual, le informaron que sólo quedaba una ballena pequeña y temerosa, que no sería capaz de cumplir la gran misión. La reina insistió para que la trajeran ante ella.

Con miedo y mucha vergüenza, la pequeña rosa se presentó. Como no quería que la reina la viera con su piel de un color tan raro, se cubrió con una enorme vela de tela blanca que encontró en el mar.

Al verla, todos soltaron una enorme carcajada…parecía un gran fantasma. Uno de los asistentes le dijo a la reina: —Su majestad: he aquí ¡La ballena más tenebrosa! —y en tono de burla continuó—, perdón…¡La más temblorosa de este mar!  (Ja…ja…ja…reían todos, menos la reina).

Enredada con la inmensa tela, la pequeña nadó con dificultad hasta donde estaba la reina. Pero poco antes de llegar, una fuerte ola logró llevarse lejos la vela y la pequeña quedó desnuda en su piel rosa.

­La reina la observó con admiración, y  al verla temblar de miedo le dijo:

—No temas pequeña, nada malo te pasará— y luego agregó —Aunque no lo creas, Tú eres La Elegida. Tienes la gran señal que hablan todos los textos sagrados: Eres la ballena que en su piel lleva el color del amor…el rosa.

La pequeña ballena se negó a aceptarlo.

­—Pero si soy muy pequeña —dijo.

—La valentía de una ballena no está en lo grande que sea su cuerpo, sino en lo grande de su corazón —agregó la reina con seguridad. El amor es la fuerza más poderosa que existe.

­—Su majestad, yo tampoco sé cantar muy bien —insinúo la ballena con su tímida voz—. Todos dicen que canto muy mal, y a veces ni yo entiendo lo que canto.

—Tu canto es diferente, porque tiene que ser entendido por todas las ballenas del mundo y no sólo por las de tu especie —expresó la reina—, es un don que te permitirá cumplir la importante tarea que te espera.

­­—Mi soberana ¿Cómo voy a salvar a todas las ballenas si soy tan miedosa y le temo al mar?

—Es normal que sientas temor —respondió la reina—, el miedo es el sentimiento que nos permite sobrevivir, y ese potente sentir tuyo te alertará del peligro y te guiará en tu misión.

Todos estaban asombrados de que la pequeña ballena rosa fuera la elegida. En ese momento, callaron y se sintieron mal al pensar en todas las veces que se habían mofado, ahora sus vidas dependían de ella.

Después de más y más excusas, la pequeña ballena no tuvo más que decir y partió con la reina al palacio del gran mar. Allí, asesorada por varios consejeros y maestros, comenzó a prepararse para su destino.

Muchas artes y talentos adquirió en aquel lugar: aprendió como nadar miles de kilómetros sin descanso; a cantar en todas las lenguas de las ballenas; a respirar profundo; a nadar muy hondo; y a comprender el movimiento de las olas y los sonidos del mar.

Cuando pasó todas las pruebas y estaba completamente preparada, partió a su gran misión. Nadó por todos los mares del planeta. En su camino conoció peces raros, delfines que también eran rosa, tiburones de muchas especies e infinidad de animales marinos asombrosos. También, observó los mares de siete colores y los más hermosos arrecifes del mundo. Se sintió muy afortunada de poder ver tanta belleza y nadar en libertad.

En su ruta encontró cientos de familias de ballenas, quienes la respetaron por su loable tarea y la alentaron a continuar su camino. Un día, en las costas del Japón, vio un mar de color rojo intenso, era la primera vez que veía algo así. Se acercó a la costa, y la ballenita lloró, lloró y lloró…al ver cientos de ballenas muertas atravesabas por arpones. No entendía porque los hombres podían hacer algo así.

Ella escapó varias veces de las redes de los pescadores, que la devolvían al mar por su pequeñez y por el raro color de su piel. Los hombres pensaban que una piel rosa era señal de que estaba enferma; nadie compraría su carne, sus aletas o su aceite en los mercados. Por primera vez, ella se sintió afortunada de ser diferente.

Un amanecer, mientras navegaba por el océano pacífico, en un instante el mar se volvió muy oscuro y no podía ver nada. Un fuerte movimiento la arrojó con fuerza al fondo del mar y un sentimiento de miedo se apoderó de su corazón. Ella estaba en la oscuridad total del mar profundo…era como si su mayor pesadilla de la niñez se hiciera realidad. Por un momento quedó paralizada, no sabía qué hacer. Pensó que el mar se la tragaría.

Luego, recordó el consejo de uno de sus maestros, y respiró muy profundo, una y otra vez. Hasta que logró calmarse. Ahora lo sabía: había llegado la hora del gran maremoto. Cerró los ojos y sintió en su piel la dirección hacia la cual se movía la onda, esas serían las primeras ballenas a las que tenía que avisar y así lo hizo.

La pequeña ballena, se llenó de toda su fuerza para resistir a los movimientos del furioso mar, nadó con mucha dificultad hasta que logró salir a la superficie y respirar de nuevo. Después, con todo el aliento comenzó a emitir su canto, una y otra vez. Este fue tan potente que en pocos minutos pudo dar aviso a varias manadas de ballenas migratorias que pararon su marcha para escuchar el canto, cambiar de dirección y ponerse a salvo. 

Y así lo hizo en cada una de las réplicas del terremoto, y de nuevos maremotos, salvando a cientos de ballenas en todos los mares. Pero a su paso, alertaba también a todos los animales del océano, y gracias a ella diversas especies marinas sobrevivieron al desastre. Sólo los hombres que no entendían el canto de las ballenas, no lograron huir del peligro.

Algunos animales que la vieron en aquella época, decían que a medida que pasaba el tiempo, más rosa se tornaba su piel, y mientras más vidas salvaba, más potente era su canto. Era como si el gran espíritu del mar la acompañara siempre, y el amor se hiciera más fuerte en su corazón.

Los habitantes del mar cuentan que la ballena rosa ha sido la más valerosa de todos los tiempos y todos los mares. Y aunque ella nunca lo supo, por su gran valentía,  la llamaron: “La Princesa Rosa del Mar”.

Desde hace muchísimos años nadie la volvió a ver. No se sabe qué pasó con ella. Pero, muchos aseguran que aún se escucha el eco de su inconfundible canto. 

© 2015 Liliana Mora León


Te invito a escuchar los hermosos cantos de las ballenas.
Alguno puede ser el canto de "La Princesa Rosa del Mar"

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